El proyecto empezó en el 2020, en plena pandemia, por la convicción de que la educación presencial de todos los niños y niñas y adolescentes es un servicio esencial que garantiza la igualdad de oportunidades, la socialización y los cuidados, y que, por lo tanto, tenía que hacerse todo lo posible para garantizar que el curso escolar se hiciera presencialmente y más allá de las paredes de la escuela.

Para poder obtener una diagnosis clara de la situación, se ha llevado a cabo un proceso de análisis y valoración tanto de los centros que han utilizado el espacio público como de los centros y equipamientos que han realizado acciones conjuntas; también se ha elaborado un mapeo de las relaciones generadas.

Desde el Ayuntamiento de Barcelona se sigue potenciando la continuidad de estas alianzas y conexiones, de modo que se amplían las posibilidades educadoras de los barrios y se fortalece el ecosistema educador entre los centros educativos, los espacios públicos y los equipamientos de proximidad, tanto desde un punto de vista de calidad como de equidad.

Para asegurar una buena coordinación entre los equipamientos y los espacios municipales y las escuelas e institutos, se crea una oficina de coordinación de los espacios de los barrios y las escuelas, que concreta y gestiona las cesiones y los usos prioritarios del espacio público y los equipamientos.