El Carmel es un barrio hecho en un terreno casi imposible, como todos los barrios que han crecido en las vertientes empinadas de las colinas (la Teixonera, el Coll, Can Baró...). En los siglos XVI, XVII y XVIII ya se asentaron en el Turó del Carmel masías de explotación rural, algunas de las cuales se convirtieron, después, en casas de veraneo de los propietarios. Antes de la construcción de la ermita del Carmel, esta colina era conocida como Turó d’en Móra, por la masía situada en la otra vertiente. En 1864 se construyó la ermita del Carmel, pequeña iglesia bajo la advocación de la Virgen del Carmen.

Toda esta zona pertenecía al municipio de Sant Joan d’Horta, pero las primeras casas estaban lejos de los núcleos urbanos, con comunicaciones insuficientes y con una red de caminos antiguos y en malas condiciones. A partir de la agregación de Horta a Barcelona (1904), la zona del Carmel todavía quedó más aislada, y los pocos habitantes que entonces había debieron organizarse para conseguir mejoras sociales y urbanas (el Fomento de la Barriada del Monte Carmelo, la Agrupación de Propietarios del Monte Carmelo, etcétera). Hasta finales de los años treinta, el Carmel sería una barriada de torres y torrecitas con aspecto de zona de veraneo y tranquilidad, a pesar de las carencias en los servicios.

En los años cuarenta, durante la posguerra, se inició un proceso de transformación de las antiguas torres y se empezaron a hacer viviendas autoconstruidas. En los años sesenta, con otra oleada inmigratoria, se densificó el barrio hasta el límite. Durante muchos años, el barrio careció de servicios de todo tipo y las condiciones de vida para los vecinos fueron muy precarias en la mayoría de los casos. Por medio de las luchas reivindicativas vecinales y el trabajo de personas y entidades se han conseguido muchas de las mejoras del barrio actual.