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Construcción social de masculinidades

¿Qué significa intervenir con hombres desde la perspectiva de género?
La construcción social de la masculinidad[es]

La masculinidad o la identidad masculina es una construcción psicosocial enmarcada en un contexto histórico y social concreto que se conforma a través de la socializacióm de género diferenciada. A continuación se recoge una definición clásica del término:

“La masculinidad es al mismo tiempo la posición en las relaciones de género, las prácticas por las que hombres y mujeres se comprometen con esta posición de género, y los efectos de estas prácticas en las experiencias corporales, en la personalidad y en la cultura.”

(Conell, 1995).

Este proceso social de construcción de la masculinidad tiene un carácter relacional: lo masculino se define en contraposición a lo femenino. Los hombres aprenden antes lo que no deben hacer para construir su masculinidad, que lo que realmente deben hacer. Esto entraña que constantemente se deba demostrar a uno mismo y a los demás que no se es un crío, que no se es homosexual y, en definitiva, que no se es mujer (Badinter, 1993).

En todas las sociedades existe una concepción predominante de masculinidad, lo que llamamos masculinidad hegemónica (Connell, 1995).

Persona gran de esquena

Es la formada por el grupo de hombres que gozan de una posición de poder y liderazgo social, sirve de referencia y establece una relación de poder y subordinación con las otras partes de la sociedad, concretamente con las mujeres y los demás hombres que no se sitúan dentro del modelo definido por el contexto sociocultural.

Pero el hecho de que una determinada concepción de la masculinidad sea hegemónica no significa que sea sustentada por todos los hombres. En este sentido, el modelo hegemónico de hombre actual suele ser inalcanzable para la mayoría de hombres que no tienen poder social reconocido. Es importante tener en cuenta la coexistencia de hegemonías, por lo que lo considerado masculino en un determinado grupo de hombres no lo es para otro o en un contexto diferente.

Así, la socialización de los hombres les predispone a ser dominantes. Los niños aprenden a ejercer el propio poder, entendiéndolo como capacidad de controlar y ejercer un dominio sobre los demás, dando por hechos algunos privilegios, en especial sobre las mujeres y sobre aquellos hombres que no muestren las características definidas por la masculinidad hegemónica. El trabajo con hombres desde la perspectiva de género tiene por objetivo desarticular la masculinidad hegemónica y promover la construcción de formas diferentes de ser hombres en la sociedad basadas en la equidad.

A pesar de todo, tal y como plantea Kaufman (1993), “el poder social de los hombres es la fuente de su poder y de sus privilegios individuales, pero también es la fuente de su experiencia individual de dolor y alienación”. De esta forma, se entiende que la frustración, la soledad, el aislamiento y la carencia afectiva son la contrapartida de esta forma de entender el poder.

Así, son muchas las aportaciones que, como Gabarró (2009), relacionan directamente la masculinidad hegemónica con consecuencias negativas tanto para los propios hombres como para las mujeres, los niños y las niñas y la sociedad en general. De hecho, gran parte de los problemas sociales actuales están relacionados con los hombres y la forma como construyen su masculinidad. En la siguiente lista puede observarse la incidencia de los problemas más graves:

  • Fracaso escolar: el 41% de los chicos abandona sus estudios de ESO, contra el 28% de las chicas. Además, si se observa el porcentaje de jóvenes que acaban los estudios universitarios, el 50% de las mujeres obtienen el título frente al 36,6% de los hombres (Badia, 2012).
  • Acoso escolar o bullying: la inmensa mayoría del alumnado de las aulas especiales de ESO con problemas de conducta graves son chicos, aproximadamente un 85% (Gabarró, 2009). Por lo que concierne a la prevalencia del acoso escolar, es del 18,2% y del 10,9% en chicos de 2º y 4º de ESO, mientras que los porcentajes son inferiores en el caso de las chicas en los mismos cursos (14,4% y 8,5% respectivamente) (Garcia, Pérez y Nebot, 2010). Además, la mayoría de las víctimas son otros chicos que no siguen los mandamientos de la masculinidad hegemónica. Así, el acoso escolar es básicamente homófobo.Més
  • Violencia machista: según el Ministerio de Sanidad, en el Estado español han muerto 712 mujeres entre 2003 y 2013 a causa de la violencia machista, la mayoría a manos de sus parejas o exparejas. El 97% de las personas que agreden a su pareja son hombres.
  • Violencia y criminalidad: en Cataluña, el 93% de la población reclusa es masculina, con un total de 9.174 personas. En el caso de las mujeres, sólo representan un 7% aproximadamente de la población penitenciaria (Idescat, 2013).
  • Siniestralidad en las carreteras: del total de víctimas de accidentes de tráfico durante el año 2012 en el Estado español, 22.245 eran hombres (un 61%), mientras que sólo 14.086 eran mujeres (un 39%) (Anuario estadístico de accidentes de la DGT, 2012).
  • Siniestralidad laboral: del total de accidentes laborales en Cataluña durante el año 2009, 81.001 eran de hombres, mientras que sólo en 32.066 accidentes se vieron implicadas mujeres, es decir, el 28% (Idescat, 2009).

Además, el coste sanitario, las conductas adictivas, la paternidad distanciada, el analfabetismo emocional, la homofobia, la misoginia, la desigualdad laboral, el acoso y la frustración sexual son otras consecuencias derivadas de la concepción tradicional de la masculinidad, que se abordarán en profundidad en los diferentes bloques de este recurso pedagógico.

persona amb un cigar

 

Después de hablar de la masculinidad hegemónica y sus consecuencias, se debe abordar otro concepto estrechamente relacionado: la heterosexualidad normativa u obligatoria. Este tipo de sexualidad se reduce a la genitalidad, centrándose en la satisfacción propia y única de los deseos sexuales de los hombres y la cosificación Més de las mujeres. Se produce así la falta de dimensión afectiva a la que se ha hecho referencia anteriormente, por ser considerada una cualidad de las mujeres y no adecuada para “hombres de verdad”.

Este tipo de sexualidad se interrelaciona también con la homofobia y la misoginia, porque la socialización de los hombres pasa por aprender a no ser mujeres. Es decir, cualquier actitud, valor, expresión, sentimiento o conducta considerada “femenina” se reprime y se castiga. Así, la homofobia y la misoginia van estrechamente ligadas: desde la infancia, la mejor manera de probar que un hombre no es ni mujer ni homosexual es proyectar una imagen de “macho” agresivo, fuerte, duro, independiente, autosuficiente y mujeriego. De esta forma, la homofobia tiene un papel significativo en el mantenimiento y la perpetuación del patriarcado: desde el modelo hegemónico de masculinidad, los hombres capaces de demostrar afecto y expresar sentimientos o los hombres que no siguen los estereotipos establecidos por el modelo son acusados de homosexuales o de poco hombres.

Es de gran importancia trabajar las sexualidades masculinas y la homofobia por la influencia que tienen en definir la masculinidad hegemónica, para así lograr que los hombres se alejen de posicionamientos y conductas machistas.