¿Cómo construir modelos alternativos?
Para la consecución de una sociedad más justa y más libre es necesario transformar la identidad masculina actual. Se deben situar en el centro del imaginario social modelos alternativos de masculinidad más justos e igualitarios. Pero ¿cuáles son las bases para la construcción de estos modelos alternativos? En primer lugar, es imprescindible que permitan visibilizar los privilegios masculinos y las relaciones de dominación y control que los sustentan. En este sentido, la construcción de modelos alternativos de masculinidad pasa obligatoriamente por la no-violencia. “La violencia es el arma de los fracasados” (Gabarró, 2008). Así, la violencia pierde su legitimidad social, pasando a degradar a quien la utiliza.
Intenta contestar a las siguientes preguntas en función de tu entorno social cercano:
- ¿Conoces personalmente a hombres que ejerzan modelos de masculinidad alternativos al modelo hegemónico?
- ¿Conoces referentes sociales públicos identificados con una masculinidad alternativa?
- ¿Cómo los valoras o cómo crees que están valorados socialmente?
A su vez, es necesario que se incorporen las diferencias como fuente de enriquecimiento personal y no como barreras que delimitan estratos sociales inferiores. De esta forma, se permite también el desarrollo de relaciones igualitarias entre personas pertenecientes a colectivos desfavorecidos o en riesgo de exclusión social por razón de su orientación sexual, étnica, religiosa, cultural, etc.
Estas formas alternativas de construir la masculinidad son más completas porque, a las características positivas tradicionalmente atribuidas a los hombres (como por ejemplo la energía y la asertividad) se suman otras como los sentimientos, la ternura, el cuidado, etc., que en el modelo hegemónico se conciben como muestras de debilidad. La incorporación de estas nuevas posibilidades permite que los hombres puedan desarrollarse plenamente, tanto en el ámbito público como en el privado, sin que ninguna de estas dos opciones se considere poco viril. Así, las labores de mantenimiento de la vida (Leal, 2008) adquieren más protagonismo para los hombres y para la sociedad en general, lo que se traduce en un aumento de la autonomía y del desarrollo personal.
Estos nuevos modelos deben basarse en la libertad, considerando a las personas como sujetos libres e independientes, plenamente responsables de sus actos, con libertad para escoger quién y cómo quieren ser, sin estereotipos ni roles de género que nos encorsetan y evitan el pleno desarrollo de la persona. De esta forma, se debe potenciar la construcción de modelos masculinos más igualitarios, no sexistas, no jerárquicos, no violentos, abiertos, amplios y plurales.
Es necesario un cambio desde la raíz, un cambio que rompa los corporativismos masculinos y que permita la plena implicación de los hombres en la consecución de la equidad, desplazando del centro del imaginario social y colectivo el modelo hegemónico en el que la violencia, la discriminación, la dominación y la contención de los sentimientos y de las emociones siguen siendo vistas como características inherentes al hecho de ser hombres. Se trata, por lo tanto, de un compromiso en firme, una apuesta por la equidad.