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Hombres, salud y autocura

¿Cómo se relacionan los hombres con la salud y el autocuidado?

Es evidente que los hombres occidentales sufren unos determinados problemas de salud particulares que afectan más o menos a las mujeres o que no las afectan. También es un hecho casi universal que, en todos los grupos de edad de población, los hombres tienen una esperanza de vida inferior a las mujeres (con una diferencia de 6 años en 2012 Més), ya que asumen más riesgos para la salud, sufren enfermedades que tienen más probabilidad de muerte, tienen menos conductas de autocuidado y mueren con más frecuencia que las mujeres a cualquier edad. Aunque las mujeres tienen una esperanza de vida mayor, debe tenerse en cuenta que son ellas las que tienen menor calidad de vida a partir de los 65 años por la prevalencia de más enfermedades crónicas, a menudo relacionadas con la responsabilidad del cuidado y las tareas del hogar.

Tal y como afirma Luis Bonino (2002), los hombres tienen un estilo de vida que favorece estos problemas de salud diferenciales. Además, tienen una forma particular de abordarlos que provoca su agravamiento. Se puede incluso afirmar que un factor de riesgo de primer nivel para la salud y la vida de los hombres (como también para las personas que los rodean) es el cumplimiento del modelo de masculinidad hegemónica tradicional, en el que todos los hombres han sido socializados Més, ya sea de forma consciente o inconsciente.

De esta forma, repensar la masculinidad y cuestionar el modelo hegemónico nos permite detectar cuáles son los riesgos para la salud de los hombres (y de las personas que los rodean) que se derivan.

Nen petit en les mans del seu pare

Pero no sólo esto, si avanzamos un paso más, podremos ver cuáles son las oportunidades y las ventajas en materia de salud que se derivarían de un cambio en la concepción de la masculinidad hacia modelos más saludables y positivos.

De esta forma, muchas de las características de la masculinidad hegemónica tradicional (como ser independiente, fuerte, activo, tener el control, ser autosuficiente, competitivo, dominante, proveedor, protector, impulsivo, resolutivo, violento, poco expresivo, demostrar constantemente la virilidad, etc.) que los hombres interiorizan a través de la socialización de género conllevan el desarrollo de hábitos poco saludables, con una serie de consecuencias para sí mismos, como veremos en profundidad en puntos siguientes. Además, esta construcción facilita una falsa percepción de invulnerabilidad y omnipotencia entre los hombres, lo que provoca que intenten eludir cualquier signo de debilidad y que cuando aparece el sufrimiento (propio y ajeno) tengan dificultades para gestionarlo.

Otro aspecto que debe tenerse en cuenta es el hecho de que el autocuidado y la valoración y respeto al propio cuerpo son elementos casi inexistentes en la socialización de la mayoría de hombres y, en cambio, sí que son aspectos relacionados con la socialización de las mujeres. Así, teniendo en cuenta que la masculinidad se construye mediante la negación y desvalorización de la feminidad Més, la salud y el autocuidado no tienen un papel central en la identidad masculina tradicional y se relaciona la enfermedad con la debilidad (De Keijzer, 2006). De hecho, muchos hombres jóvenes aprenden que adoptar ciertos comportamientos asignados tradicionalmente a la feminidad les puede llevar al ridículo o a la violencia como castigo social y, a menudo, desarrollan comportamientos de riesgo con la finalidad de no ser considerados afeminados.

Son actitudes que llevan al límite al cuerpo masculino, ya sea en el trabajo, practicando deporte, en la sexualidad o consumiendo alcohol.

Peus de jove pujant escala

Por ejemplo, un adolescente participa en una pelea para evitar que lo consideren un “mariquita”. Frases como “hasta que el cuerpo aguante”, “no hay dolor” o “no hay huevos” refuerzan esta posición alejada del cuidado y facilitan comportamientos de negación o resistencia a la enfermedad o a las heridas.

Todo esto se retroalimenta con las dificultades que tienen los hombres para pedir ayuda o verbalizar sus necesidades con relación a la salud, evitando mostrarse débiles o vulnerables frente a los demás y frente a uno mismo. Por lo tanto, los hombres generan respuestas disfuncionales contra el malestar o la enfermedad para abordar las problemáticas que sufren. Més De este modo, los hombres suelen:

  • Tener dificultades para reconocer el dolor o el sufrimiento y percibir signos de alarma corporal, y cuando lo hacen lo menosprecian.
  • Retrasar el afrontamiento del malestar, que, cuando se percibe, es vivido como una amenaza incontrolable.
  • No aceptar el rol de enfermo, que va en contra de la creencia de que los hombres son invulnerables.
  • Retrasar la visita al médico, a menudo vivida como fracaso de la autosuficiencia.
  • Ser reticente a las indicaciones médicas, controles periódicos o prácticas preventivas.
  • Abandonar precoz y frecuentemente los tratamientos con tal de recobrar lo antes posible la autosuficiencia.
  • Interactuar con el sistema sanitario de forma esporádica y cuando el problema está muy avanzado y es difícil afrontarlo.

Por estos motivos, es interesante hacer visibles las consecuencias de la masculinidad hegemónica para la salud y trabajar la falsa percepción de invulnerabilidad de los hombres. Es una oportunidad para que los hombres jóvenes reflexionen acerca de la importancia del autocuidado, evidenciando que la asunción de modelos alternativos de masculinidad conlleva beneficios para su salud, tanto a nivel físico como psicológico y social, en contraposición a los problemas de salud derivados de la masculinidad hegemónica que veremos a continuación.