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La salud emocional

La salud emocional  Més

La masculinidad hegemónica también se relaciona con un empobrecimiento de la salud emocional de los hombres. Més Una de las consecuencias principales de la socialización diferenciada de género es la “castración emocional” o el “analfabetismo emocional” de muchos hombres, es decir, la dificultad de muchos hombres para relacionarse de forma saludable con sus emociones, no solamente teniendo dificultades para expresarlas sino también para identificarlas.

Tradicionalmente, el mundo afectivo y emocional no ha tenido un papel importante en el aprendizaje de la masculinidad, y se han considerado las emociones como algo femenino y relacionadas con la debilidad o la vulnerabilidad. Esto hace que muchos hombres vivan alejados de sus emociones y con dificultades para encontrar formas saludables de expresarlas. Desde muy pequeños, los hombres reciben mensajes que van en contra de una gestión emocional saludable como “los hombres son fuertes, los hombres no lloran”.

De esta forma, la expresión emocional en los hombres es ridiculizada, menospreciada y penalizada a favor de la racionalidad, el pragmatismo y el control emocional. Por lo tanto, si la expresión de las emociones se penaliza resulta mucho más difícil manifestarlas en el espacio público y compartirlas. Por el contrario, una de las pocas emociones permitidas desde el modelo tradicional de masculinidad es la rabia, sobre todo cuando se expresa de una forma violenta.

Los efectos de esta forma particular de los hombres de relacionarse con las emociones son tres:

  • En primer lugar, provoca una enorme fragilidad, inseguridad y frustración en un mundo emocional que no se domina. Sobre todo hacia las mujeres, que han aprendido a desarrollar un mundo emocional adecuado.
  • En segundo lugar, provoca la incomunicación de muchos hombres y la dificultad para mantener una relación positiva consigo mismos, con otros hombres y con las mujeres, lo que resulta en una alta incidencia de soledad masculina y dependencia emocional de otras personas (sobre todo mujeres).
  • En tercer lugar, provoca un intercambio o transmutación de las emociones, ya que la expresión de la rabia es la única manifestación emocional socialmente aceptada entre los hombres. De esta forma, muchos hombres transforman diferentes emociones como la tristeza, el miedo, la inseguridad o la frustración en rabia o ira. Seguramente podemos encontrar rápidamente ejemplos en los que hombres, frente a situaciones de tristeza o inseguridad, responden con un puñetazo contra la pared, utilizando la rabia y la agresividad en lugar de las emociones adecuadas.

Evidentemente, esta forma de gestionar las emociones tiene un efecto directo en la salud emocional de los hombres. De la misma forma que en la salud física, hay que hacer una aproximación a la psicopatología con perspectiva de género, ya que existen algunas psicopatologías encubiertas en los hombres que tradicionalmente se han asignado a las mujeres en la mayoría de casos. Una de las más evidentes es la depresión y su sintomatología diferencial en el caso de los hombres respecto a las mujeres.

Así, la depresión en los hombres no está tan asociada a la tristeza, el llanto, la apatía y la inactividad, sino que se caracteriza por la irritabilidad, la ira, la hostilidad, la ansiedad, el aislamiento, los cambios bruscos de humor, las alteraciones del sueño, el consumo de alcohol y substancias tóxicas, las ludopatías, las conductas de riesgo, los problemas en el trabajo, o por el contrario, la excesiva focalización laboral, etc. MésPor lo tanto, encontramos que los hombres manifiestan su malestar siguiendo los mandatos de la masculinidad hegemónica como la acción, la inexpresión emocional, la rabia como única emoción válida, la negación de la debilidad y la evitación del malestar.

De esta forma, el modelo hegemónico de masculinidad se convierte en una trampa para los propios hombres, ya que no solamente se espera que sean fuertes y duros, sino que además no muestren su malestar cuando se encuentren heridos.

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De lo contrario, recibirán un castigo social con comentarios como “nenaza”, “mariquita” o “poco hombre”.

Todo lo que se ha explicado hasta ahora seguramente tenga una estrecha relación con el mayor número de suicidios por parte de los hombres. De hecho, del total de suicidios en el Estado español en 2012, el 77% fueron cometidos por hombres. Més Hay que tener en consideración que los hombres llevan a cabo menos tentativas de suicidio que las mujeres, pero la probabilidad de morir es alta. Esta diferencia puede estar relacionada, a parte de otros factores, con la selección de métodos más violentos y con el hecho de que sobrevivir a un intento de suicidio se puede vivir como otro fracaso, en contra de la propia identidad masculina. Més