En 1897, el pueblo de Sants quedó integrado en Barcelona, y con él la Marina del Prat Vermell. Fue importante porque la zona se pobló de fábricas y permitió que mucha gente se trasladara al barrio.
A finales del siglo XIX se produjeron diferentes procesos significativos para el futuro del barrio. Al mismo tiempo, empezó a florecer un nuevo sector económico, el del esparcimiento, con la construcción de varios baños y también un hipódromo.
En 1929, por medio de un real decreto ley, se aprobó la constitución de una zona franca para la ciudad, y esta se estableció sobre los terrenos de las marinas de Sants y L’Hospitalet, que se integraron, por lo tanto, en el barrio.
En 1955 se inauguró la fábrica SEAT, que trajo a miles de trabajadores y trabajadoras al barrio. Para alojarlos, se construyeron cerca de mil viviendas. Eran los primeros del barrio que disponían de todos los servicios necesarios.
Con las obras empezadas por el Ayuntamiento, se empezó a dibujar el nuevo aspecto urbano que unía la realidad actual, formada por naves industriales y edificios tecnológicos, con aquella en la que se irá convirtiendo, con el predominio de espacios residenciales y nuevos equipamientos. El futuro invita al barrio a ser una nueva zona central en el área metropolitana.
El barrio de Eduardo Aunós
El grupo de casas baratas Eduardo Aunós, que adoptó el nombre del que fue ministro durante la dictadura de Primo de Rivera, fue el primero en erigirse. Se construyó en 1929 para alojar a los y las chabolistas desahuciados de Montjuïc al urbanizarse parte de la montaña que debía ser escenario de la Exposición Universal. El barrio se construyó en poco tiempo y con medios precarios. A causa del mal estado de las viviendas, sus dimensiones reducidas y las inundaciones abundantes que sufrieron, en los años ochenta se planteó la necesidad de remodelarlos. Las obras empezaron al inicio de los noventa con el derribo de las casas viejas y la construcción de nuevas viviendas.
El desaparecido barrio de Can Tunis
El nacimiento del barrio de Can Tunis fue un fenómeno paralelo al proceso de industrialización, a finales del siglo XIX, mientras las pequeñas barriadas de pescadores iban desapareciendo. El desarrollo de la agricultura de regadío relacionado con el canal de la Infanta permitió el crecimiento del núcleo habitado junto a la capilla de Port. También a finales del siglo XIX era un lugar de distracción: en la playa abrieron varios establecimientos de baños e, incluso, en 1883 se construyó un hipódromo.
A partir de los años veinte del siglo XX, con la modificación de los terrenos para establecer la zona franca del puerto de Barcelona, empezó una etapa de grandes transformaciones que acabaron por hacer desaparecer el barrio de Can Tunis y una multitud de casas de campo diseminadas por todo el delta. Y en los años treinta empezaron la mayoría de las expropiaciones. A medida que el barrio iba desapareciendo, fue surgiendo, a su vez, el fenómeno del chabolismo.
En el verano del 2004 se derribaron las últimas casas y la barriada quedó absorbida por las infraestructuras industriales y portuarias.