El Prat Vermell era el nombre que recibían los campos de este sector bajo de la marina de Sants, donde durante años estuvo instalada una fábrica de indianas.

A principios del siglo XIX, la ganadería tenía bastante importancia en la zona; de hecho, lo que hoy es el barrio antes estaba ocupado por grandes rebaños de vacas, cabras y ovejas. Solo en la zona de costa sobrevivía una pesca incipiente.

La inauguración del canal de la Infanta, en 1819, significó la transformación del paisaje agrícola: se sustituyeron los cultivos de secano por huertas y fruteros, pero se mantuvieron los pastos en las zonas húmedas.

La transformación más importante se produjo a partir de 1846, cuando el Ayuntamiento de Barcelona prohibió instalar fábricas en el interior de la ciudad. Esta decisión hizo que los industriales dirigieran sus inversiones hacia zonas de los municipios vecinos donde abundaba el terreno y el agua.

El Prat Vermell (prado rojo) es la zona más próxima donde se habían instalado fábricas de indianas de la zona. Se le denominaba así porque, una vez teñidas las ropas, se ponían a secar sobre la tierra, que adquiría un color rojizo.

En 1897, el pueblo de Sants quedó integrado en Barcelona, y con él la Marina del Prat Vermell. Fue importante porque la zona se pobló de fábricas y permitió que mucha gente se trasladara al barrio.

A finales del siglo XIX se produjeron diferentes procesos significativos para el futuro del barrio. Al mismo tiempo, empezó a florecer un nuevo sector económico, el del esparcimiento, con la construcción de varios baños y también un hipódromo.

En 1929, por medio de un real decreto ley, se aprobó la constitución de una zona franca para la ciudad, y esta se estableció sobre los terrenos de las marinas de Sants y L’Hospitalet, que se integraron, por lo tanto, en el barrio.

En 1955 se inauguró la fábrica SEAT, que trajo a miles de trabajadores y trabajadoras al barrio. Para alojarlos, se construyeron cerca de mil viviendas. Eran los primeros del barrio que disponían de todos los servicios necesarios.

Con las obras empezadas por el Ayuntamiento, se empezó a dibujar el nuevo aspecto urbano que unía la realidad actual, formada por naves industriales y edificios tecnológicos, con aquella en la que se irá convirtiendo, con el predominio de espacios residenciales y nuevos equipamientos. El futuro invita al barrio a ser una nueva zona central en el área metropolitana.

El barrio de Eduardo Aunós

El grupo de casas baratas Eduardo Aunós, que adoptó el nombre del que fue ministro durante la dictadura de Primo de Rivera, fue el primero en erigirse. Se construyó en 1929 para alojar a los y las chabolistas desahuciados de Montjuïc al urbanizarse parte de la montaña que debía ser escenario de la Exposición Universal. El barrio se construyó en poco tiempo y con medios precarios. A causa del mal estado de las viviendas, sus dimensiones reducidas y las inundaciones abundantes que sufrieron, en los años ochenta se planteó la necesidad de remodelarlos. Las obras empezaron al inicio de los noventa con el derribo de las casas viejas y la construcción de nuevas viviendas.

El desaparecido barrio de Can Tunis

El nacimiento del barrio de Can Tunis fue un fenómeno paralelo al proceso de industrialización, a finales del siglo XIX, mientras las pequeñas barriadas de pescadores iban desapareciendo. El desarrollo de la agricultura de regadío relacionado con el canal de la Infanta permitió el crecimiento del núcleo habitado junto a la capilla de Port. También a finales del siglo XIX era un lugar de distracción: en la playa abrieron varios establecimientos de baños e, incluso, en 1883 se construyó un hipódromo.

A partir de los años veinte del siglo XX, con la modificación de los terrenos para establecer la zona franca del puerto de Barcelona, empezó una etapa de grandes transformaciones que acabaron por hacer desaparecer el barrio de Can Tunis y una multitud de casas de campo diseminadas por todo el delta. Y en los años treinta empezaron la mayoría de las expropiaciones. A medida que el barrio iba desapareciendo, fue surgiendo, a su vez, el fenómeno del chabolismo.

En el verano del 2004 se derribaron las últimas casas y la barriada quedó absorbida por las infraestructuras industriales y portuarias.

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