En todas partes, y siempre surcados por caminos, las afueras de los núcleos habitados acogen campos de cultivo e infraestructuras básicas, como lo fueron los molinos

La pequeña calle que, ligeramente curvada, se abre en el 185 de la rambla de Guipúscoa está compartido por los municipios de Barcelona y Sant Adrià. Es el límite entre los dos municipios, además de uno de los pocos tramos supervivientes del antiguo camino de la Verneda que unía el núcleo del Clot y la carretera de Mataró.

En la Edad Media, delimitaba la tierra firme apta para el cultivo de las marismas litorales y fluviales, más aptas para la ganadería. Actualmente es el testimonio de los tiempos previos a la urbanización de Sant Martí de Provençals, ya que la construcción de la Cobega lo fragmentó y dejó dos tramos inconexos a ambos lados de la factoría.

Agua que mueve molinos

Justo donde el camino se encontraba con la actual rambla Guipúzcoa estaba, desde la Edad Media y hasta 1957, el Molino de Altafulla (o de la Verneda), que se movía con el agua de la acequia Madriguera.

Se trata de una infraestructura singular por su significación como referente. Ya aparecía en uno de los primeros mapas de Barcelona, del sitio de 1697, pero mucho antes, en 1345, un documento eclesiástico hacía referencia para delimitar la jurisdicción de las parroquias de Sant Andreu y de Sant Martí.

La delimitación administrativa

Las acequias de la Madriguera y la Verneda correspondían a un antiguo cauce del río Besòs en su zona inundable, y conformaban los límites de las parroquias de Sant Martí, Sant Andreu y Sant Adrià. Más tarde se convirtieron en las fronteras de los distintos municipios, y de hecho los parcelarios más antiguos todavía respetaban ese límite y no el del trazado actual del río.