En uno de los paseos que se abren en la calle Alfons el Magnànim hay un murete con un plano cerámico que ubica, a simple vista, todas las calles y equipamientos del barrio

En el acceso norte de la calle Alfons el Magnànim, junto a la calle Bernat Metge, sorprende encontrar un muro de unos cuatro metros de ancho y dos de altura que, como si se tratara de una estela contemporánea, reproduce el plano de lo que acabó siendo el polígono que se llamó “del Suroeste del Besòs”.

Se trata de un mapa de ubicación que se instaló en el punto de acceso más habitual de la inmensa obra de urbanización, y pretendía ser una especie de plano orientativo que guiara a las personas al llegar al nuevo barrio.

Planificación milimétrica

Este murete se construyó al empezar la urbanización en un momento en que todo eran campos de cultivo que debían convertirse en solares para la construcción, por lo que sorprende su grado de exactitud. Tan definido era el proyecto ya en ese momento tan primigenio, que ya se disponían los principales equipamientos y la mayoría de las calles ya tenían nombre cuando aún apenas existían en un plano.

Hecho de baldosa cerámica, su ejecución fue de calidad suficiente como para que haya pervivido décadas hasta convertirse en un elemento monumental más del barrio, que además, por la información que contiene sigue siendo útil a las personas recién llegadas.

Nomenclàtor urbano eminentemente barcelonés

Como siguiendo un poco el modelo del Eixample, en el barrio del Besòs las calles longitudinales se dedicaron a poblaciones, en este caso francesas e italianas, mientras que los transversales se dedicaron a personajes relevantes de la historia catalana. En origen, todos, claro, convenientemente adaptados al castellano imperante en el franquismo, algo que la democracia enmendó.