La necesidad reivindicativa ha hecho del vecindario del Besòs i el Maresme un colectivo unido, convencido y decidido, y en muchos ámbitos, especialmente liderado por mujeres

Esta plazoleta recogida es un lugar de paso habitual, y por tanto, un espacio muy oportuno para el homenaje vecinal. Uno de los que acoge es en recuerdo de un hecho social inédito lleno de significados y de consecuencias, como lo fue el encierro de mujeres en el Patronat de l’Habitatge. Todo un revulsivo que removió conciencias y redefinió el barrio.

Dignidad de la vivienda

La calidad de los edificios del polígono del suroeste del Besòs hizo surgir patologías comprometedoras al cabo de no muchos años de ocuparlos. Las grietas y las averías ya eran bien presentes, pero el hundimiento de unos bajos comerciales en 1977 abrió la caja de los truenos.

Rápidamente tuvieron lugar asambleas vecinales en las que la indignación era patente, y como medida de presión ante la administración pública en relación a unas viviendas de protección oficial, se acordó un cierre en las oficinas del Patronat de l’Habitatge, en la pl. Lesseps. Fue en mayo y duró 15 días, corriendo a cargo, muy mayoritariamente, de mujeres.

La acción generó la solidaridad y la movilización de todo el barrio y representó un punto de inflexión en la negociación para mejorar las condiciones de las viviendas más afectadas.

Democratización de una entidad del vecindario

La ocupación del Patronat de l’Habitatge supuso todo un avance en la renovación del movimiento vecinal en el barrio, dado que ese encierro no sólo provocó mejoras en las viviendas sino que, como consecuencia, democratizó la Asociación de Vecinos. Dominada por hombres de vinculación franquista, en la siguiente renovación de la junta aquellas mujeres luchadoras crearon una vocalía de mujeres.