La pobreza de tiempo: la nueva frontera de la desigualdad de género

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21/03/2025 - 13:01 h

» La pobreza de tiempo emerge como una dimensión clave de la desigualdad social contemporánea, especialmente para las mujeres.

» Este fenómeno, que mide la carencia de tiempo libre tras cumplir con las obligaciones laborales remuneradas, tareas domésticas y cuidado personal, presenta un claro sesgo de género.

Millones de personas en el mundo sufren una crisis silenciosa: la pobreza de tiempo. Una forma de exclusión que, en muchas ciudades occidentales, condiciona la calidad de vida de las personas. Tener pobreza de tiempo quiere decir disponer de menos de 3 horas diarias para actividades personales, formación u ocio.

En este sentido, tal como se indica en el Dosier de Tiempo “De la pobreza de tiempo al tiempo para la vida” elaborado por el Ayuntamiento de Barcelona, la pobreza de tiempo se da cuando no se dispone de tiempo propio una vez se han llevado a cabo todos los trabajos necesarios (tanto los remunerados como los que no lo son) y se han satisfecho todas las actividades básicas.

La pobreza de tiempo en la ciudad de Barcelona

Según el último informe de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) publicado en 2024, “La Salud en Barcelona 2023”, el 68% de las personas que sufren pobreza de tiempo son mujeres, que a la vez destinan 4 horas diarias más que los hombres a tareas no remuneradas como el cuidado de personas a cargo. En esta línea, el informe revela que tener hijos e hijas aumenta el riesgo de pobreza de tiempo en un 40%.

Así mismo, el informe de la ASPB también alerta del impacto negativo de este fenómeno en la salud física y el bienestar mental de las personas que la sufren, principalmente, mujeres: la práctica de actividad física se reduce en un 25%, lo que acentúa las posibilidades de sufrir enfermedades crónicas, las probabilidades de sufrir ansiedad aumentan en un 30%, la calidad del sueño se deteriora y las oportunidades de desarrollo personal y profesional se limitan.

La irrupción de la tecnología, por otro lado, en lugar de aligerar la carga de trabajo como se podría pensar, ha incrementado en un 20% la exigencia sobre las mujeres, según la ASPB. Un ejemplo es la situación vivida durante la pandemia por la COVID-19, cuando muchas mujeres se vieron sobrepasadas por tener que compaginar teletrabajo y tareas de cuidados. Se demostró que la tecnología sin corresponsabilidad no ayuda necesariamente a una mejor gestión del tiempo.

Iniciativas locales contra la pobreza de tiempo

Desde el ámbito local se desarrollan iniciativas para paliar la pobreza de tiempo como por ejemplo los “Bancos del Tiempo”, una iniciativa que promueve el intercambio de tiempo, servicios, habilidades, conocimientos, relaciones y ayuda entre personas que residen y/o trabajan en un mismo barrio, pueblo o ciudad. Barcelona cuenta con 32 Bancos del Tiempo que el 2023 intercambiaron 18.000 horas de servicios, desde clases de catalán a cuidados de personas mayores dependientes.

Otras iniciativas municipales son el programa “Concilia” creado por el Ayuntamiento de Barcelona en 2020 y que ofrece un servicio de canguraje gratuito para niños de entre 1 y 12 años, en 9 puntos de Barcelona, abierto de lunes a sábado fuera del horario escolar (por las tardes durante la semana y todo el día de sábado). El programa tiene el objetivo de proveer espacios de cuidado a familias en riesgo con niños en casa y sin tiempo para hacer tareas básicas (tareas domésticas, trabajo o ir a citas clave) o para tener tiempo de descanso, especialmente las mujeres sin red de apoyo.

Con todo, el Ayuntamiento de Barcelona sigue trabajando para reducir la pobreza de tiempo, a través del impulso de políticas municipales que reconocen y garantizan el tiempo como un derecho de ciudadanía. En este sentido, la nueva edición de la Encuesta de Usos del Tiempo de la cual está previsto tener resultados en 2025, será especialmente significativa en cuanto al diseño, planificación y medidas orientadas a reducir todos aquellos condicionantes que provocan la pobreza de tiempo y que nos tienen que permitir avanzar hacia una cultura del tiempo más saludable, igualitaria, eficiente y sostenible.