Bien presentes en el románico y el gótico, pocas cruces de término de entonces han llegado a la actualidad, y ésta recoge muchos episodios que hacen un milagro que siga aquí

En 1344, la antigua Cruz de Término de Sant Martí estaba en el Coll de la Celada, hoy parte de Fort Pienc. Se mantuvo intacta hasta que en 1589 se rehizo, y después de varias restauraciones, en el siglo XIX se trasladó cerca de la Torre del Fang.

En 1912 se hizo una copia para conservar el original en el Museu Nacional d’Art, pero durante la Guerra Civil desaparecieron ambas. En 1951 se hizo una copia a partir de fotografías que se instaló donde está ahora, que en el 2010 fue sustraída y se tuvo que hacer una copia nueva.

La cruz, bien austera, está sobre una columna de hierro situada en una peana de piedra circular que recuerda a una rueda de molino. Encima, un capitel con cuatro querubines alados que es la base de una cruz a doble cara, con un Cristo crucificado a un lado y una Virgen con el niño al otro.

Referencias, también en Barcelona

Desde la Baja Edad Media, las cruces de término señalaban los accesos a los municipios. En 1915 el historiador Francesc Carreras Candi inventarió once en Barcelona, pero de esas sólo quedan tres. Las otras fueron desapareciendo en las primeras décadas del siglo, y durante la dictadura se añadieron cuatro modernas.

Cruz identitaria

Durante los años treinta existió un proyecto de eliminar el término municipal de Sant Adrià de Besòs para subdividirlo entre Barcelona y Badalona, pero la Guerra Civil lo impidió y el nuevo régimen lo descartó definitivamente. Desde entonces, esta cruz de término constituye un gesto de reafirmación de la independencia y la identidad adrianense.