Los espacios urbanos del barrio del Besòs i el Maresme rinden homenaje a personas relevantes en la historia catalana, incluso, y curiosamente, un layetano que nunca existió

En un espacio tranquilo en el entorno de la calle Mogent, sorprende la sencillez de un monumento con apariencia de roca que parece emerger del suelo. Siguiendo un diseño de Joan Fontanillas, está dedicado al caudillo de la tribu autóctona de los layetanos que, según el mito, se alió con Roma y alrededor del siglo III aC combatió con Amílcar Barca (¡nada menos!) en alguna contienda cerca de Blanes. La historia es de lo más épica, pero desgraciadamente es falsa.

Layetanos, romanos y cartagineses

Un historiador del siglo XVI, Florián de Ocampo, explicó las hazañas de este personaje en su Crónica General de España. Lo hizo con tanta apariencia de veracidad que otros historiadores posteriores lo dieron por bueno sin sospechar que era una fabulación, y así, de libro en libro, el cuento llegó al siglo XX hasta que los hechos fueron investigados y la verdad vio la luz.

El monumento se instaló en 1973, pero como el espacio donde estaba no tenía nombre, la denominación del caudillo se hizo popular. Finalmente en 1993 se oficializó la denominación de plaza Theolongo Bacchio, y desde entonces Barcelona rinde homenaje a un personaje histórico que nunca existió.

Homenajes de historia política

Erigir un monumento en este espacio surgió en los años sesenta de una entidad de raíz falangista, y las primeras propuestas que se pusieron sobre la mesa querían homenajear a personas como el creador de la Falange, la mujer del dictador o el alcalde franquista. Finalmente se optó por una idea historicista que despolitizaba el monumento y le daba un carácter épico.