El tráfico de vehículos es la principal causa de contaminación en Barcelona y está incrementando en los últimos años (un 2,3 % de 2014 a 2015). Según la Agencia de Salud Pública de Barcelona, los niveles medios (día tras día) de contaminantes principales (NO2, PM10 y PM2,5) han aumentado en Barcelona más del 10% de 2014 a 2015. No existe una regulación de los coches que entran y salen de la ciudad, de cuánto contaminan, del estado en el que se encuentran, de la necesidad real de que circulen.
La salud se ve directamente afectada por estos niveles contaminantes elevados. El Informe de Salud 2015 ya puso sobre la mesa la necesidad de plantear mejoras en la calidad del aire como uno de los principales retos en materia de salud, ya que se superan diversos valores límites y, respeto al año anterior, los niveles de los principales contaminantes han empeorado. La contaminación atmosférica es causa de muerte prematura en enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, y también con enfermedades respiratorias y con cáncer de pulmón. También contribuye a hacer más severas otras enfermedades, como el asma, la enfermedad pulmonar crónica, la neumonía, la insuficiencia cardíaca, la coronaria, la hipertensión arterial y la diabetes, entre otras.
Estudios avalados por ISGlobal en la ciudad de Barcelona, han demostrado que la contaminación del aire urbano también tiene un efecto adverso en la maduración del cerebro de los niños, que provoca cambios que afectan al dominio funcional, y está asociada a la reducción de la fertilidad.
La conexión de la red tranviaria, pues, haría disminuir la presencia de coches en la ciudad, y por tanto, la contaminación atmosférica y acústica asociada a su circulación. Los efectos positivos que ello tendría para la población son directos.