El Clot es uno de los núcleos más antiguos de Sant Martí. Ya existía en la época medieval, con el nombre de Clotum Melis (hoyo de la miel). El nombre del barrio deriva de la palabra cros, que significa ‘fondo’, y hace referencia a tierras de labranza situadas en hondonadas. Muy rico gracias a las huertas y los molinos en torno al Rec Comtal, proveía de comestibles a la ciudad de Barcelona y, entre otros productos, miel de gran calidad.

El carácter rural de esta zona se mantuvo hasta el siglo XIX. Algunas masías y torres señoriales han llegado hasta nuestros días, como la Torre del Fang o la Torre de Sant Joan. El resto han desaparecido con el tiempo, pero algunas de sus calles o rincones evocan su pasado agrícola.

Durante el siglo XIX se instalaron las primeras harineras, seguidas por industrias textiles, curtidurías, tejerías, etcétera. A finales del siglo XIX, el barrio se había convertido en un asentamiento industrial y obrero, con un aumento muy importante de población, la mayoría procedente del resto de Cataluña y de Aragón.

En 1854 empezó a circular la línea de tren en dirección a Francia, y en 1861 la de Zaragoza. El posterior soterramiento o desaparición de los trazados del tren, ya en el siglo XX, no supuso la desaparición de barreras urbanas, al ser sustituidas por vías rápidas para automóviles como la Meridiana, inaugurada en 1964, o, más tarde, Aragó y la Gran Vía. Este hecho, que actualmente se intenta corregir facilitando la permeabilidad de peatones a través de estas grandes arterias, ha sido una de las causas de la consolidación de dinámicas urbanas diferenciadas en el Clot y en el Camp de l’Arpa.

El Clot ha perdido poco a poco su carácter industrial, al desplazarse o desaparecer antiguas fábricas y talleres. Eso ha hecho posible recuperar algunos grandes espacios para uso ciudadano, como el parque del Clot. Otras zonas, como el Clot de la Mel, han sido el escenario de nuevas implantaciones residenciales.