En los últimos años las fiestas de Navidad en la ciudad han estado marcadas por el pesebre artístico de la plaza de Sant Jaume, una propuesta que este año huye de este punto neurálgico para dar paso a una propuesta innovadora, multidisciplinaria y colaborativa que se extenderá desde la Vía Laietana hasta La Rambla. Además, las propuestas pesebristas más tradicionales vuelven a ser protagonistas en el Museo Marès y en el Monasterio de Pedralbes.
A lo largo de las calles de Jaume I y de Ferran, a ambos lados de la plaza de Sant Jaume, se forma un paisaje navideño diseñado por el arquitecto Jordi Darder. La propuesta artística consta de diferentes niveles compositivos.
Por una parte, se muestran hasta 24 versiones diferentes de pesebres repartidas por los bajos de comercios y entidades de las calles, con la implicación y la fuerza del tejido comercial, las escuelas de la ciudad, el vecindario del barrio y artistas de diferentes disciplinas. Por la otra, la ciudadanía puede disfrutar de las figuras luminosas del pesebre que cuelgan de diferentes fachadas y balcones. El buey y la mula presiden la propuesta desde las fachadas del Ayuntamiento y la Generalitat, que por primera vez colaboran en la decoración navideña. El resto de personajes, hasta medio centenar, están situados a ambos lados de las calles.
La nueva propuesta se inaugura el 26 de noviembre y se podrá visitar hasta el 6 de enero.
La tradición protagoniza los pesebres en el Museo Marès y en el Monasterio de Pedralbes
Desde el 27 de noviembre hasta el 2 de febrero, el Museo Frederic Marès muestra al público su propuesta más tradicional del pesebre. Este año aprovecha los restos romanos de la ciudad para convertirlos en las distintas escenas del nacimiento, y a la vez rinde homenaje a Lucio Minicio Natal Quadronio, el primer campeón olímpico barcelonés. El pesebre es obra de la Asociación de Pesebristas de Barcelona.
Y tendremos que esperar hasta el 11 de diciembre para poder visitar el pesebre tradicional del Monasterio de Pedralbes, en una muestra centrada en dos grandes dioramas que representan el nacimiento de Jesús, con figuritas salidas de las manos de Domènec Talarn i Ribot, y la huida a Egipto, obra de Montserrat Ribes i Daviu.