Comercio

Mencionado en la novela Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé, y situado en la cima del Carmel, permite desconectar de Barcelona sin salir de la ciudad. Bar-restaurante de referencia, en los años 50 los habitantes de las viviendas autoconstruidas del lugar acudían a él a tomar el café. Hoy, conserva el auténtico espíritu de barrio, y seduce a los turistas que se acercan a la zona del Parc Güell. Ofrece un gran número de raciones –por ejemplo patatas suizas, mejillones al vapor, almejas, chipirones, pulpo a la gallega y longaniza de Aragón–, y platos tradicionales como el bacalao con pisto, todo ello elaborado con productos de calidad y a precios asequibles. El servicio, atento, atiende la barra, una sala para 72 comensales y una estupenda terraza. 

Bar restaurante de bien conservado interior setentero, especializado en pescado y marisco frescos y de primera calidad. Los antiguos propietarios tenían una pescadería justo enfrente y al mediodía cocinaban su propio género, y de ahí sigue llegando. En el barrio y fuera de él son conocidos sus calamares a la romana, y la carta, corta y estable, incluye una asequible mariscada, ensaladas, arroces como el caldoso de bogavante o la paella (ambos por encargo) y piezas a la plancha, a precios razonables. Platos sencillos con buena ejecución y raciones generosas. Por todo lo dicho, y por el trato servicial que dispensan, siempre llena, así que recomiendan reservar mesa con tiempo. No abre para cenas. 

Con más de veinte años de servicio al barrio, recrea el ambiente de un típico pueblo mexicano hasta en el techo del local, con elementos decorativos colocados boca abajo. Su cocina fusiona la gastronomía mexicana con productos locales. La carta reúne platos tradicionales del país azteca: guacamole, nachos como los Bastardos (para valientes fans de la capsaicina), burritos, enchiladas, tacos como el Qué onda buey, quesadillas, fajitas, alambres, croquetas de jalapeño, ceviche, mole, cochinita pibil, tinga de ternera… Entre las salsas extras, la picante del chef, con un valor alto en la escala Scoville. Para beber cervezas de importación, michelada, aguas frescas de frutas, y variedad de mezcales, tequilas y margaritas.

En Horta desde 1959, reabrió en 2022 con la fachada ilustrada y una nueva propuesta, con la que sumó clientela. Mantiene el espíritu vecinal y se presenta como gastrobar. Allí seleccionan lo que ofrecen: tablas de embutidos de Cal Rovira y de quesos con D. O. para tapear, sobrasada de cerdo negro de Mallorca de Can Company, ternera ecológica del Pallars de Cal Tomàs. Junto a bocadillos, cocas 
y especialidades que demuestran gusto por sabores sorprendentes, caso de las bravas de boniato con panceta. Se puede desayunar, vermutear con productos de Perelló, comer (incluso menú entre semana) y cenar; es un espacio para disfrutar del entorno, la compañía y la buena cocina. Y fieles a su lema “gastronomía y barrio”, organizan catas y maridajes para conectar a la gente del vecindario con su pasión por el vino. 

Un concepto de cocina fusión rápida y divertida, que se concreta presentando platos mediterráneos en formato taco de maíz. Así, en la carta, los tacos de ensalada de xató, chistorra, mar y montaña de calamares y butifarra de perol o bacalao con samfaina y allioli de ajos confitados, conviven con otros emblemas de la gastronomía mexicana como las quesadillas –de escalibada, morcilla y boniato, meloso de ternera ecológica…–, los nachos –con huevos fritos– o el guacamole –con aceite de romero–. Y para acompañar todos estos mordiscos sorprendentes y sabrosos, margaritas de sabores (mango, lima o granada), un refresco de pomelo o una michelada. Local luminoso de día y cálido de noche. Terraza ideal para un vermutaco.

Dorotea es un nombre griego que significa “regalo de los dioses”, y este restaurante de platos y platillos se llama así en recuerdo de “La Doro”, nacida en la Horta de los lavaderos, antes de la Primera Guerra Mundial. Guapa, de mirada clara, buena cocinera y con ideas propias, representa a las mujeres fuertes de su época, capaces de remover y remar, en Horta y en todas partes, contra el viento y la marea que no consiguieron detenerlas. Y en Dorotea se le rinde homenaje con una cocina de mercado y mediterránea que nace de la tradición gastronómica, aplicando toda esa sabiduría a una óptica actual. En la carta, de todo para cualquier apetencia. Cuenta con un resto-lounge exclusivo, llamado Santo Cielo, para comer o cenar en grupo con sobremesa, música, cócteles y shisha.

Marisco, arroces y tapas de calidad para todo el mundo, en un local de minimalista estilo marinero con tres salas que trasladan a destinos costeros –Cadaqués, L’Escala y Palamós–, y una codiciada terraza yendo hacia dentro, en una finca de 1908 situada enfrente de la desaparecida riera de Horta. En la carta, platos para compartir como la mariscada para dos personas y el jamón de bellota, especialidades como el arroz caldoso de cangrejo azul del Delta y el suquet de pescadores, carnes de Girona y rocas de chocolate como dulce final. Entre semana cuenta con menú al mediodía y opción express. La pareja propietaria es gente de mercado (sus familias regentan desde hace generaciones paradas de pescado y fruta en el Mercat de Montserrat), y de ahí que su cocina también lo sea: fresca, de temporada y a buen precio. En 2017, tras mucho tiempo relacionándose, a pie de mostrador, con clientes del sector de la restauración, Mª José Millán y Arturo Garzón decidieron abrir su propio restaurante, al que siguió otro, inaugurado hace un año y medio en Sant Andreu: La Terrassa de Mercadal (Plaça del Mercadal, 41). En cuanto a la sostenibilidad, en El Racó del Peix en las horas de preparación aprovechan la ventilación natural de la que se benefician por su ubicación entre dos calles, y estudian colocar paneles solares.

Conocido por sus chapatas, fue inaugurado en 1927 por Rosita Not y Quimet Carlús, traspasado en 1955 a Jaime Jalmar, y hoy lo dirige su hijo Josep Lluís, que recuperó las puertas antiguas, y llenó vitrinas con su colección de botellines de destilados y licores de todo el mundo, más de 3.000 y muchos obsequio de clientes. En el recuerdo, un parroquiano permanente, el loro Juanito, que, en libertad, divertía a los habituales imitando el silbido del revisor del tranvía, y era, a menudo, el encargado de anunciar su salida de la parada que había delante del bar. Como homenaje, su imagen ilustra los sobres de azúcar y las cartas. En sus cerca de 100 años de historia, el Quimet d’Horta ha sido sede del club de fútbol Unión Atlética de Horta, del Club Ciclista Horta y del Ajedrez Alfil Club, además de un lugar para jugar a este juego de estrategia muy popular hasta los 80, cuando sus mesas de mármol también acogían partidas de parchís y dominó. Ha mantenido siempre vivo el carácter de local de barrio, y desde 2006 luce una placa que lo distingue por su arraigo en la ciudad. Ofrece 95 bocadillos, 40 entrepanes de tortilla, bikinis, ensaladas, tapas como el Huevo de Horta y opciones para veganos. Barra, sala y terraza son perfectas para tomar una cerveza bien tirada o un vermut artesanal. 

Restaurante familiar con décadas de tradición y raigambre en Gràcia, donde ha obtenido el reconocimiento de los vecinos como núcleo social y por fomentar las relaciones entre las entidades culturales del barrio. Pescado, marisco, carnes y arroces resueltos con solvencia, conviven con emblemas de la gastronomía del norte de la península como las anchoas de Santoña, los pimientos de Padrón, los cogollos de Tudela y las potxas con almejas, y concesiones al recetario local, como los caracoles a la llauna, la crema catalana y la mel i mató, aunque en el apartado de postres no falta la tarta de Santiago con vino dulce. Platos que sirven en vajilla de porcelana de Sargadelos, y en un espacio de ambiente tranquilo, de cuya decoración destaca una colección de radios antiguas y un curioso portal. Óptimo para grupos y celebraciones en petit comité.

Pizzería artesana inaugurada en 2018 con el nombre de Garden Pizza, que fue el germen del proyecto Sartoria Panatieri, hoy con dos locales en la ciudad. Rafa Panatieri y Jorge Sastre trabajan mayoritariamente con productos ecológicos, de proximidad y de temporada, seleccionados a conciencia, y con algunos de elaboración propia (embutidos y quesos), aplicando técnicas de alta cocina y conocimientos aprendidos de distintas tradiciones gastronómicas. Un concepto dinámico que persigue un objetivo: que al comer una de sus pizzas, conectemos con todo lo que hay detrás de ella. En 2023 la guía 50 Top Pizza reconoció su pizza con salsa de tomates cherry asados, mozzarella y holandesa de albahaca como Best Pizza of the Year, y al restaurante como Mejor pizzería de Europa y tercera Mejor pizzería del mundo.