Comercio

Restaurante–brasería de barrio y debido a éste, que ha venido atesorando clientela, desde finales de los 70, a base de constancia. En 1977, a Teresa –madre de estos cinco hermanos– y a su madre, ambas al frente de una casa de comidas en la Guineueta Vella, les ofrecieron el local de un nuevo bloque de pisos. Teresa, que empezó a trabajar a los 14 años a pie de fogón, no estaba segura de que sus hijos quisieran dedicarse a eso, pero, cuando vio que sí, tomó una decisión que ellos le agradecen: delegar tareas para que aprendieran. Hoy, Julio y Javi en la cocina, y Manel y Jordi en la sala y la barra, bordan y sirven, respectivamente, cocina casera de toda la vida, sin trampa ni cartón, con buena relación calidad-precio. Raciones generosas. Marisco de la lonja y productos de huerta de proximidad, carnes a la parrilla, arroz negro costrado y fideuá, callos con capipota, canelones y fricandó, y una tarta de queso estilo La Viña que desata halagüeños comentarios. Su menú de mediodía, que nutre a muchos trabajadores de la zona, incluye paella los jueves, como debe ser. Codiciada terraza para tapear. Trato cordial y atención de diez. Platos para llevar en el 25 de la misma calle y en Albert Einstein 11.

Lleva 24 años abierto, consolidado como uno de los restaurantes más populares de Verdun. Mireia en la cocina, Dani en la sala, y sus dos hijos ayudando, en un local que la madre de Dani, a finales de los 80, inauguró como granja para desayunar y merendar. Apuestan por productos frescos de calidad y proximidad, que adquieren en los vecinos mercados de la Guineueta y Montserrat. Trabajados con originalidad y pasión, con ellos elaboran desayunos y almuerzos para los vecinos y comerciantes del barrio. El menú que ofrecen entre semana lo decide la temporada, cada día es diferente, y lo componen guisos de toda la vida cocinados a fuego lento, ensaladas con hortalizas y verduras de huertos ecológicos de Tordera, y pescado y marisco de capturas sostenibles en Malgrat y Blanes. Y para cenar los jueves y viernes, ofrecen platillos atentos a las tendencias y otros fuera de carta. Entre sus elaboraciones fijas, los tacos de panceta teriyaki con salsa de rábanos, hojas tiernas y cebolla encurtida, y el tartar de pez limón (según oferta) de km 0 con leche de coco, lima y brotes de cilantro. Para contribuir al consumo responsable, en su take away usan envases reutilizables. Y una vez al mes organizan veladas gastromusicales.

Restaurante vegetariano familiar, situado a cincuenta metros de la riera que, en el siglo pasado, separaba Barcelona de L’Hospitalet de Llobregat. En funcionamiento desde 1988, ha devenido punto de encuentro para los vecinos del barrio. Luminoso, amplio, sencillo y distribuido en dos plantas, la suya es una cocina casera, natural y saludable, elaborada con ingredientes frescos y ecológicos que varían según la temporada y la oferta del mercado. El menú (no hay carta) se compone de 3 platos –con opciones para veganos, celíacos y otras intolerancias– y muchos postres a elegir. Ensaladas, cremas, sopas, menestras, arroces, pasta, cocas y pizzas, estofados… Incluye agua, pan y una bebida tipo sangría de vino blanco y cava, o mosto de manzana cortesía de la casa. Personal amable. Abierto únicamente de 13 a 16 h, de lunes 
a sábado. 

En este local no convencional se ofrece una carta cosmopolita para todos los gustos, con opciones vegetarianas, veganas y sin gluten, estas últimas elaboradas por el proyecto hermano M2. Bombitas de foie con coulis de albaricoque en tierra de lima, Pulpo con allioli de miel, Burrata tibia con tomates cherry escalivados, rúcula y aceite de oliva, Crispy chicken con salsa lemon curry, Tacos de cochinita pibil con guacamole, Metric Burger, Cordero al tandoori con arroz basmati y yogur encurtido… son platos que siempre vuelven limpios a la cocina. Cuentan también con menú de mediodía, sirven desayunos, y viernes y sábado, invitan a alargar la velada hasta tarde las sesiones de DJ y los cócteles de autor del Irreverent Bar, como Kraken –sorprendente por dentro y espectacular por fuera–, o Dr. Fleming –que cura todos los males–. Sala privada para grupos en su bunker subterráneo. 

En un mundo cada vez más consciente de la importancia de una alimentación que contribuya al bienestar y a la salud, se agradece la existencia de lugares como este. Trabajan con productos frescos, de temporada y de KM 0, que proporcionan los mercados cercanos, en una propuesta basada, en un 70%, en verduras, legumbres y frutas, y en proteína animal de calidad –carnes blancas y pescado– en el 30% restante. Cada día buscan las materias primas y las llevan a su cocina para lograr los platos sabrosos, equilibrados y con alto valor nutricional del menú de mediodía, asesorado por una dietista. De la carta destacan el buddha bowl de açaí ecológico, el pancake Uno y la hamburguesa vegetal. Desayunos con café de especialidad y brunch el fin de semana. A probar: la infusión ayurvédica de albahaca. Y para animar el consumo sostenible, en su take away/delivery usan envases reutilizables. 

En Les Corts desde 1987, ha trascendido por su buena relación calidad-precio y la atención. Frecuentado por vecinos del barrio, gente que trabaja en las oficinas de la zona y público internacional. Empieza la jornada sirviendo desayunos y baja la persiana a medianoche. Menú de mediodía seis días a la semana, curioso porque recuerda a diario el santoral. En la carta, multitud de tapas (traducidas a 12 idiomas), y enunciados que no dejan a nadie indiferente como las vieiras con panceta ibérica, la pata de pulpo braseada con habitas baby, el tataki de chuletón de vaca Okelan, y entre horas tentempiés como el frankfurt en pan de molde, con queso havarti fundido, mostaza y cebolla rallada. Platos combinados, tablas de ibéricos o de jamón de bellota, un surtido de quesos y hamburguesas. Extensa nómina de cervezas y ginebras.

Con su presencia –desde hace 26 años– y participación, ha contribuido a la cohesión comunitaria; lo frecuentan tanto vecinos como comerciantes de la zona. La pareja propietaria ha creado un ambiente acogedor y amigable que hace que todo el mundo se sienta bienvenido. A juzgar por la cantidad de comentarios favorables emitidos por quienes la han probado, bordan la tortilla (de patata, patata-cebolla y patata-chorizo picante). Al mediodía ofrecen platos caseros (arroz a la cubana, estofado de lentejas, garbanzos con espinacas y huevo duro, spaghetti al ajo, pollo rustido, albóndigas a la jardinera, los martes pescado fresco). Y además, croquetas de jamón o de bacalao para picar, bocadillos fríos y calientes, ensaladas y platos combinados. Abre de lunes a viernes de 6:30 a 21 h. 

Local polivalente, transversal y acogedor, es decir, siempre concurrido. Aporta al barrio dos espacios para que esta casa sea también la nuestra: un restaurante de ambiente distendido y una charcutería y tienda gourmet, además de una gran terraza. Uno de los fundadores recuerda disfrutar los platos elaborados con tiempo, sin demasiada prisa, por su abuela Petra y su madre. Aquellas recetas familiares le hicieron descubrir, siendo un niño, que la gastronomía se degusta como la vida misma, es decir, compartiendo. Y su objetivo es conseguir que relacionemos los recuerdos con sabores, como le pasó a Proust con la magdalena. Manejan productos de temporada y proximidad, y sirven desayunos, aperitivos, picoteo en horario afterwork, almuerzos y cenas. En la carta encontramos desde ostras, conservas del mar, una tapita de chistorra, jamón de bellota, un bikini de lomo ibérico y comté, una tosta de pies de cerdo con calamar y salsa española, linguine con salsa americana y tartar de gamba roja, arroces, un rodaballo con cogollo a la brasa, un chuletón o una butifarra XL de elaboración propia con patatas fritas. Vinos escogidos bien servidos en buenas copas. Abre todos los días en horario ininterrumpido. 

Bar-restaurante abierto en 1971 por los padres de Jaume y Ramon, que, orgullosos continuadores del trabajo de sus progenitores, ejercen de chef y jefe de sala. Su lema: “Si no emocionas, no haces; si no te emocionas, no eres”. Su práctica: honesta y sostenible. Combinan elaboraciones del recetario materno con otras de las que tomaron nota durante su paso por las cocinas de Santi Santamaria, Carles Gaig y el Hotel Arts. De la carta destacan los enunciados con bacalao y los arroces. De lunes a viernes, desayunos de tenedor, y entre horas bocadillos. Todo elaborado con productos poco viajados y de proveedores de confianza. Para evitar el desperdicio de alimentos, están implantando el pedido por adelantado a la hora de la reserva. Larga lista de vinos. Comedor pequeño y agradable terraza. Imprescindible reservar.

En este pequeño y acogedor restaurante de ambiente relajado, regentado por un vecino de la zona, suena música blues, soul y R&B, proyectan películas mudas y de época, y te atienden en una barra con fondo de fotos vintage, iluminada por sifones transformados en lámparas. Sirven bocadillos diferentes, ensaladas saludables y nutritivas, tapas como sus elogiadas bravas y torreznos, y hamburguesas, su especialidad, íntegramente caseras, incluyendo el pan, que hacen en su obrador, y las salsas. Las hay de ternera con cebolla, champiñones, salsa de ceps y queso trufado, de pollo al curry de mango con col confitada y manzana verde, Ibérica, Bellísima o Vegetariana. Y para acompañar, cervezas artesanas y vinos a copas. Su horario de apertura es vespertino: de las siete de la tarde a medianoche, de martes a sábado.