Se ha hecho uso de ellas en diferentes procesos de participación ciudadana puestos en marcha por el Ayuntamiento de Barcelona con el fin de reconocer y analizar los elementos físicos y sociales que condicionan la cotidianidad.
El barrio de Vallcarca se encuentra en proceso de cambios. Por eso, el pasado jueves 15 de Diciembre se invitó al vecindario a participar de un recorrido de reconocimiento por las calles del barrio con el objetivo de detectar necesidades y generar un debate ciudadano en torno a los usos y elementos que se le pueden dar en torno al futuro Parque Central de Vallcarca.
La ruta fue conducida por parte del equipo del colectivo Punt 6, una cooperativa de arquitectos, sociólogas y urbanistas que trabajan para repensar los espacios desde la experiencia cotidiana y por una transformación feminista con la finalidad de conseguir que las personas que habitan sus barrios o ciudades sean las que decidan el uso de los espacios que las rodean.
15 personas, entre ellas miembros de organizaciones vecinales como Desescombra, Hiedra Negra, la Asamblea Libertaria de Vallcarca, la cooperativa Ruderal, vecinas que usan los huertos y vecindario no asociado a ninguna organización en concreto, asistieron al encuentro que empezó en la plaza del metro de Vallcarca y siguió por los Jardines de Manuel Blancafort, el viaducto de Vallcarca y el Parque Central, la Plaza Mons, los Jardines de Maria Baldó, la Escuela Farigola, la calle Farigola y acabó en Can Carol.
A lo largo del recorrido, las representantes de Punt 6, Marta Fonseca y Magda Isart, planteaban a los vecinos y las vecinas, cómo es, cómo era y cómo querrían que fuera el entorno del parque: ¿»Qué actividades se desarrollan actualmente en torno al parque? ¿Qué cualidades creéis que son necesarias integrar en el nuevo espacio? ¿Con qué equipamientos? ¿Hay que mantener el verde? ¿Qué comporta vivir en un barrio con un desnivel como el de Vallcarca»?
Ante estas preguntas, empezaban a surgir las propuestas:: «Echamos de menos lugares donde encontrarnos sin pasar por el consumo. En verano nos sentamos en la hierba a comer y así no tenemos que ir al bar. Propongamos que con la reestructuración, se mantenga o se amplíe la zona verde y adaptada para crear comunidad», respondía una de las vecinas de la marcha.
Al pasar por los Jardines de Maria Baldó, muchos coincidían en la necesidad de pensar más en espacios infantiles, sin olvidar a las personas que acompañan a los niños, y también en habilitar zonas para que las personas mayores del barrio se encuentren a gusto en los espacios públicos.
Desde el centro del puente de Vallcarca, una vecina residente en el barrio desde hace cincuenta y cinco años reclamaba no perder la memoria histórica en la arquitectura del barrio. «Quiero poder recordar y reconocer espacios tan icónicos como la antigua fábrica embotelladora, el manantial o la fuente de la Nina» manifestaba.
Al cierre de la sesión, Marta Fonseca, miembro de Punt 6, valoraba la experiencia muy positivamente: «Esta parte del proceso ha estado muy bien porque ha venido y ha participado gente diferente de la que viene habitualmente. Sabemos que es un barrio con mucho movimiento vecinal y eso favorece el diálogo, hemos podido sumar más voces «.
La marcha exploratoria, parte de la diagnosis de un proceso participativo
Esta marcha, que forma parte del proceso participativo para definir el futuro del Parque Central de Vallacarca, no ha sido ni la primera ni la última que se hará para un proceso participativo. Desde Colectivo Punt 6 tienen recuerdos de otras marchas que tuvieron buenos resultados: “Otra experiencia positiva en la ciudad relacionada con los recorridos de reconocimiento es el de la transformación de la avenida Madrid y la calle Berlín”, explica Fonseca. Este recorrido de reconocimiento forma parte de un proceso participativo que empezó el 15 de diciembre de 2021 y finalizó el 30 de noviembre de este año, y que se ha trabajado de manera conjunta con el vecindario el definir una zona más amable y con más calidad urbana.
La importancia de las marchas exploratorias
Las marchas exploratorias son un fenómeno nacido en los Estados Unidos en los años setenta: empezaron como rutas a pie por los barrios que hacían las vecinas que se sentían inseguras caminando de noche. Rehaciendo las rutas nocturnas, buscaban detectar los elementos que percibían como peligrosos para cambiarlo. Ahora este método ya está extendido por todas partes.
En Barcelona se hacen nocturnas y diurnas, pero con la misma idea: mejorar la ciudad haciéndola más segura, agradable, jugable, verde… Estas marchas son una de las nuevas metodologías de participación ciudadana que recomienda potenciar el nuevo Reglamento de Participación Ciudadana, aprobado el 27 de mayo de 2022.
Desde Punt 6 defienden la necesidad de implementar estas rutas a todos los procesos a fin de que «la gente que vive en el territorio sepa lo que pasa. Es fundamental situar las problemáticas y ponerlas en contacto con opiniones muy diversas sobre determinados aspectos. Andar, situar las zonas e invitar a la gente a hacer aportaciones es una manera de plantear el debate y de valorar todo lo que cada uno pueda pensar sobre los espacios: el modelo de transporte, la manera de pasear, de vivir el ocio, la familia o el trabajo comunitario… Es toda esta complejidad de la cual toca hablar».