Naturalización de los espacios

En los espacios verdes de la ciudad se pueden llevar a término diversas tipologías de naturalización, con el objetivo de reforzar su estructura vegetal para enriquecer la biodiversidad.

Al mismo tiempo, es una oportunidad de ofrecer un hábitat a una flora y fauna de calidad, hacer más ecológica su gestión, con un cambio hacia un modelo más naturalizado de los parques y jardines de la ciudad de Barcelona, a favor de los procesos naturales y de ecosistemas más equilibrados y resilientes (suelo, agua, flora, fauna, gestión ambiental...).

Las acciones de naturalización consisten en lo siguiente:

  • Pasar del césped al prado natural o herbazal.
  • Siembra de baja intensidad en prados floridos de especial interés para la biodiversidad.
  • Crear setos vegetales mixtos de interés para la biodiversidad.
  • Enriquecer los márgenes de los huertos con plantas favorecedoras de biodiversidad.
  • Plantación de rodales arbustivos y árboles frutales en céspedes.
  • Eliminar de un área las plantas invasoras y restaurar con especies de interés para la biodiversidad.

Naturaleza con funciones ecológicas

Desde ya hace unos años hay espacios verdes en que se aplica una siega selectiva, con el objetivo de poner en valor los herbazales en la ciudad, con plantas autóctonas y propias del clima mediterráneo, a las que se les permite evolucionar de forma natural, a la vez que se les aplica un mantenimiento menos intensivo, en una apuesta por la sostenibilidad y las buenas prácticas en jardinería.

Las hierbas, céspedes, alcorques y herbazales tienen importantes funciones ecológicas: son espacios de gran interés para la biodiversidad donde se desarrollan una gran cantidad de invertebrados que permiten alimentar diferentes grupos faunísticos como los pájaros.

Por otra parte, a través de la floración, se ofrece también alimento a los insectos polinizadores, tan importantes para los ecosistemas. Al mismo tiempo, la proliferación de invertebrados actúa también como reservorio de fauna útil que participa en el control biológico de plagas y enfermedades que afectan a los espacios verdes de la ciudad, lo que forma parte de una gestión integrada de la jardinera que prioriza los tratamientos naturales.