“El día no era demasiado frío pero desestimé ir andando. El 54 me dejó en Gran Vía y desde allí fui abandonando la regularidad del Eixample para internarme en el despropósito del Poblenou: con sus cuestas, sus pasos subterráneos, sus casitas de pueblo, sarpullidos de fincas modernistas, escaleras y pasos ciegos, kilómetros de hangares con los cristales rotos; me perdí dos veces, suerte que había salido con tiempo.
Mientras intentaba orientarme recordé lo solo que me había sentido el primer día de escuela en Barcelona. No sabía que podías cambiar de ciudad, que podías instalarte en otra casa. Los muebles todavía no habían llegado y mi hermana y yo dormíamos en sacos, las paredes y el techo de la habitación recordaban la lona de una tienda de campaña, el mismo miedo a la oscuridad, a los sonidos salvajes (la caldera, la nevera, la cisterna)”
La ciutat narrada
Al llarg de la història, centenars d’escriptors han escrit sobre Barcelona: Miguel de Cervantes la va lloar com cap altra ciutat, George Orwell la va convertir en una icona de la rebel·lió i Mercè Rodoreda va fer-ne l’escenari de La plaça del diamant, la novel·la que Gabriel García Márquez va qualificar com “la más bella que se ha publicado en España después de la guerra civil”.
A Barcelona hi ha deu districtes i setanta-tres barris: tots han estat, són o podrien ser escenari literari. Busca els fragments que parlin del teu barri predilecte!
T
“Rocafort queda a media hora del corazón acelerado del Gayxample, la especie predominante por aquí es la vieja con perro asqueroso que si no te cambias de acera te lame las perneras y los zapatos, pero el Adán está cada viernes hasta la bandera, no puede respirar a las luminarias bujarronas que desembocan del norte de Europa a la caza de la promiscuidad o de unas calles donde pasear sin disimulo de la mano con su amor, pero capta sin competencia a los plumas reprimidos de Sants, de la Bordeta, de la dramática Creu Coberta, y del barrio ese rarísimo que se abre a medida que a la Gran Vía le da por separarse del Paral·lel (una calle que en cualquier ciudad menos notas se llamaría Perpendicular), así que la gerencia tiene garantizado el lleno todos los fines de semana.”
“Habíamos nacido en el Barrio. Veníamos del Barrio. Éramos del Barrio. Hijos de una posguerra y de una geografía concreta, llevábamos el más amargo antojo de la Historia de nuestro país tatuado en la espalda. Pertenecíamos a las calles de aquella niñez. Y esto lo cambiaba todo.
Quien no ha vivido en el Distrito V de Barcelona, entre los años cuarenta y sesenta del siglo veinte, carece de instrumentos para desentrañar las raíces que mis amigos y yo compartíamos.”
“Más que el infierno de Dante aquello parecía El Corte Inglés: ‘Planta Semi-Subterráneo: lencería y ménage à trois, consulte nuestras ofertas en sodomía’. De todas maneras tengo que reconocer que estaba impresionado, no me imaginaba una cosa así a cuatro pasos del viejo centro de Sarrià.”
V
“Beatriz Brando Matasanz, “Beba”, menor de edad, ha sido detectada en tres ocasiones por las calles inmediatas de Arco del Teatro, en evidente búsqueda de droga, preferentemente cocaína, en cantidades de consumo personal, por lo que nos hemos limitado a seguirla rutinariamente, para comprobar las conexiones entre la red de pequeños camellos.”
“La Oficina Olímpica, Preolímpica, Transolímpica, Postolímpica empleaba a las gentes en otro tiempo menos olímpicas de este mundo, gente que había hecho un viaje parecido al del normalien hallado en la selva: del marxismo leninismo a la gestión democrática institucional y finalmente a preparar todos los Olimpos que la democracia española tendría en 1992: el Quinto Centenario del Descubrimiento de América, la Feria Internacional de Sevilla, las Olimpiadas, Madrid capital cultural de Europa. Quien no ha perdido siquiera media hora de su vida preparando la revolución, jamás sabrá qué se siente cuando años después te descubres a ti mismo prefabricando olimpos y pódiums triunfales para los atletas del deporte, del comercio y de la industria…”
“Por lo que me cuentas, lo más probable es que lo encuentres haciendo retratos de turistas en los alrededores de la catedral o de la Sagrada Familia. Hace un mes o mes y medio te hubiera resultado más fácil encontrarlo. Ahora la gente no callejea tanto, están todas las calles en obras. Buscarlo por la nacionalidad es como la ruleta rusa.”
“Grúas, tierras removidas, bulldozers, solares arrasados con la huella de cimientos tronchados, insinuado bloques de casas recién nacidos, como bulbos asomados apenas sobre la membrana de la tierra muerta, una llanura de insinuaciones para lo que sería la Villa Olímpica al cabo de un año, de un año y medio, entre un mar sorprendido en su fea desnudez de mar urbano tras la caída de las casas que le servían de taparrabos y el atemorizado reducto de lo que quedaba de Pueblo Nuevo, de aquel Pueblo que había sido Nuevo cuando la burguesía de la ciudad plantó junto al mar sus fábricas y quiso tener la mano de obra cerca, aun a riesgo de que la traición de vecindario les encimara hacia la larga marcha, desde Pueblo Nuevo a Icaria, toda Barcelona sería Icaria, toda la Tierra sería Icaria”.
“-Hemos de recorrer nave por nave, metro por metro. Esto está lleno de locos, Carvalho. Habría que levantar los techos de estas zonas límites de las ciudades, estos espacios todavía de nadie y veríamos el ejército de la marginación creadora”
"M’arribaven de molt lluny, molt lluny, somorts, el brogit del carrer, els clàxons les grues, els camions de càrrega i descàrrega. Ja a la tarda, sense saber què fer, vaig baixar al carrer i vaig deambular pel barri fins a arribar a la plaça de Can Robacols, vaig seure en un banc i vaig estar-m’hi fins a l’hora de sopar.
La plaça de Can Robacols no és res de l’altre món. Una plaça quadrada, oberta al mig de l’antic nucli urbà del Camp de l’Arpa, rodejada per blocs de pisos dels anys cinquanta, un parell de blocs més moderns i un antic taller; al centre de la plaça, un sorral circular que comparteixen els vells que juguen a la petanca i uns acolorits tobogans per a les criatures; entorn del sorral, asfalt, arbres i bancs. Aquest va ser, durant els següents mesos, el meu paisatge."
“Vaig trobar feina. El despatx es trobava al passeig de la Zona Franca. La combinació per arribar-hi era fatal. Agafava el metro al Clot, línia roja, i baixava una eternitat de parades després, a Plaça Espanya, i un cop allà agafava el 9 o el 38, que donen la volta a la plaça Cerdà i baixen pel passeig de la Zona Franca. Aquest barri es troba aïllat de la resta de la ciutat, comunicat només per tres línies de bus, sense metro, ocult pel turó de Montjuïc, cobert a l’esquerra per les indústries i Mercabarna i encaixada per la Gran Via, convertida ja no en passeig o avinguda, sinó en la lletja i amenaçadora autopista A-19. Aquesta zona és com el doble fons dels calaixos, com l’espai ple de brutícia i borrissol que hi ha entre un armari i la paret, entre una samarreta i el fons del melic. És una illa, i molts dels seus habitants d’una ciutat a part, separada, independent, com una ciutat que ha estat sotmesa i vigilada implacablement per una immensa necròpoli quadriculada, la pell del turó com la d’un eriçó que tingués blocs de nínxols en lloc de punxes.”